Muchas personas que tienen breves encuentros con la teoría de la variación se quedan con la idea de que se trata de emplear ejemplos y no ejemplos a la hora de enseñar. Los ejemplos se dan a los alumnos para mostrar lo que algo es, y los no ejemplos para mostrar lo que algo no es.
A menudo me encuentro con que esto es así cuando la gente ya está familiarizada con el concepto de ejemplos y no ejemplos. Ven similitudes con algo que ya conocen y esto les impide ver algo nuevo. Según la teoría de la variación, aprender algo nuevo requiere percibir algo nuevo. En otras palabras, el aprendizaje proviene de percibir una diferencia.
Este es un principio central de la teoría de la variación: El aprendizaje se produce al percibir primero la diferencia y después la similitud. La diferencia entre el concepto de ejemplos y no ejemplos y la teoría de la variación es que uno es una actividad pedagógica, mientras que el otro es teoría del aprendizaje y la concienciación.
Como actividad pedagógica, el concepto de ejemplos y no ejemplos tiene poco fundamento para ayudar a los profesores a elegir los ejemplos más eficaces (¿qué constituye un no ejemplo?) y no aconseja sobre el orden de los ejemplos (¿deben ir primero los ejemplos o los no ejemplos?). Tampoco se presta fácilmente a mucho más que mostrar ejemplos. Es útil, pero limitada.
Como teoría del aprendizaje, la teoría de la variación ofrece una forma de ver el aprendizaje y de interpretar lo que piensan los alumnos. Esto se debe a que no es una teoría sobre cómo se almacenan o evocan los recuerdos. Tampoco es una teoría sobre cómo puede impedirse el aprendizaje, como la teoría de la carga cognitiva. Sino una teoría sobre cómo los conceptos y las ideas deben ser experimentados por los alumnos para que tomen conciencia de ellos.
Para tomar conciencia —para percatarse de algo— hay que experimentar una diferencia.
Imaginemos un asentamiento muy aislado hace mil años. Quizá en medio de Siberia, y les han dicho que hablan ruso. Pero nunca han oído otra lengua. ¿Cuál es su concepto de lengua? Para ellos, lengua equivale a la palabra ruso y, por muchas veces que oigan ruso (similitud), no diferencian entre lengua y ruso.
Sin embargo, un día, algunos nómadas exploran nuevas zonas y se encuentran con la gente de habla rusa. Inmediatamente perciben que hablan una lengua diferente, y la idea de lengua toma una nueva forma y adquiere significado: «El ruso es un tipo de lengua», y «la lengua es un medio de comunicación oral». Para discernir la «lengua» como concepto, era necesario que la propia lengua variara.
Aquí hay dos puntos destacados. La teoría de la variación trata del aprendizaje que cambia la conciencia de una persona sobre aspectos del mundo, su forma de ver el mundo. Y la teoría de la variación parte de la base de que los conceptos están organizados jerárquicamente. Sólo cuando se percibe una diferencia dentro de una categoría o concepto, éste adquiere significado.
En nuestras vidas, tenemos estas conversaciones todo el tiempo cuando preguntamos «¡espera! ¿Cuál es la diferencia entre X e Y?». Es obvio que alguien está hablando de algo de una manera que no acabas de entender. Ellos ven algo que tú no, y para ver como ellos, les pides que compartan la distinción que han hecho.
¿Y qué pasa con la similitud? La similitud es muy importante y nos ayuda a generalizar. Las personas del ejemplo anterior podrían llegar a ver similitudes entre hablar una lengua y otras cosas, como el lenguaje de signos (no oral) o el código informático. Esto añade más significado a la comprensión del «lenguaje» como concepto.
La clave para entender la teoría de la variación es que afirma que primero se percibe una diferencia para entender algo nuevo, para dar sentido a un concepto nuevo. Y después, hay que percibir la similitud para generalizar ese concepto a otros ejemplos. En este orden. La diferencia antes que la similitud.
A menudo oigo a la gente hablar del concepto de ejemplos y no ejemplos como si se mostraran primero los ejemplos que muestran similitud y después los no ejemplos. Esto va en contra de la teoría de la variación. Porque, si muestras primero ejemplos de similitud, es probable que presten atención a las características superficiales que cambian (muestran diferencias) de un ejemplo a otro. El aprendizaje por inducción no es fácil ni seguro.
Otra discrepancia, es que el concepto de ejemplos y no ejemplos trata la diferencia como antónimo de similitud. Mientras que en la teoría de la variación, la diferencia se refiere a variar un aspecto específico, hacerlo cambiar, para hacerlo discernible.
Pero la teoría de la variación no impone que cada lección deba tratar primero la diferencia y luego la similitud. Si estamos seguros de que nuestros alumnos ya conocen un concepto, podemos utilizar la analogía (similitud) como primer recurso. A veces, el objetivo de una lección es simplemente la generalización.
La idea de que las diferencias son las que marcan la diferencia es más profunda y antigua que el desarrollo de la teoría de la variación. Sin embargo, el trabajo de Ference Marton sobre la teoría de la variación convirtió esta idea en una teoría del aprendizaje pedagógicamente eficaz.
En pocas palabras, Marton se dio cuenta de que si «diferenciar», «distinguir» o «discernir» era la clave para percibir la diferencia, lógicamente habría que intentar que la diferencia fuera muy obvia para los alumnos.
Al percibir nuevas experiencias o nuevos ejemplos, hay mucho de lo que ser consciente. Cuando quiero que los alumnos vean la profunda diferencia entre un organismo vivo y uno muerto, podría mostrar ejemplos de ambos en fotos. Pero los distintos organismos, y los distintos entornos, representan tanto ruido que si pregunto a los alumnos cuál es la diferencia, señalarán todo tipo de diferencias.
Si quiero que perciban una diferencia concreta, debo hacer que todo lo demás sea igual, excepto el aspecto que quiero que perciban. Por ejemplo, puedo mostrar un vídeo de una célula, antes y después de su lisis (muerte). El entorno y la composición de la célula son los mismos. La única diferencia es la organización de las partes.
La clave está en mostrar ejemplos que cambien sólo en el aspecto del que se quiere que los alumnos sean conscientes, manteniendo todos los demás aspectos inalterados (lo mejor que se pueda, por supuesto). Este aspecto importante se denomina aspecto crítico. Y es algo que la teoría de la variación diferencia del contenido de una lección, como los hechos, el vocabulario y los detalles técnicos.
Al planificar una lección, hay que pensar cuál es el aspecto crítico además del contenido. Esto es planificar el objeto de aprendizaje. Otra forma de ver el objeto de aprendizaje es planificar aquello de lo que se quiere que los alumnos tomen conciencia.
Funciona desde lo simple hasta las teorías completas. Igual que cuando enseñamos la selección natural la contrastamos con la teoría de Lamarck. Mantenemos el organismo, sus rasgos y el entorno iguales, pero contrastamos cómo se desarrolla cada teoría con las mismas condiciones de partida. Y, por supuesto, esta técnica reduce intrínsecamente la carga cognitiva.
El mismo truco se utiliza para ayudar a los alumnos a generalizar el —transferirlo— a otros ejemplos. Ahora queremos que los alumnos vean cómo el aspecto crítico es siempre el mismo en estos ejemplos y, para ello, permitimos que cambien todos los demás aspectos. Los alumnos ya son conscientes del concepto y ahora se dan cuenta de que sigue siendo el mismo.
Como tal, la teoría de la variación sugiere que no es buena idea limitarse a enseñarlo tal cual y luego definirlo. Los ejemplos variados (en aspectos críticos) son esenciales. Como teoría del aprendizaje, postula que percibir la diferencia y la similitud es clave para entender —o construir significado— a cualquier cosa. Un alumno puede ser capaz de recordar la definición que se le ha dado, pero sin comprenderla. Sin ser consciente de ello.
De hecho, he oído a gente sugerir que se necesitan tantos ejemplos que no es eficiente. Sin embargo, una vez que ves cómo funciona la teoría de la variación, te das cuenta de que no necesitas muchos ejemplos en absoluto. Pero, si se trata sólo de ejemplos y no ejemplos, entonces puedes acabar necesitando muchos si hay demasiado ruido, demasiadas diferencias en demasiados aspectos. Y puede que ningúna diferencia en el aspecto crítico.
A diferencia de la actividad de mostrar ejemplos y no ejemplos, la teoría de la variación me ayuda a actuar en cada momento de una lección. Puedo planificar mostrar y discutir diferencias y similitudes. Y, durante la lección, cuando percibo que los alumnos tienen dificultades con una idea, puedo ofrecerles ejemplos de diferencia y similitud.
A menudo se trata simplemente de «¿Qué pasa si cambio esta parte y dejo el resto igual?» Y a partir de sus respuestas, puedo decidir si necesitan hablar más de la diferencia o de la similitud.
Tener una teoría en mente —de lo que es probable que mis alumnos aprendan y sean conscientes— me ayuda a enseñar. Pero también me ayuda a interpretar lo que mis alumnos están aprendiendo. Y esto significa que me permite ser un profesor mucho más adaptable que si no entendiera la teoría.
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Christian Moore-Anderson
References
Marton, F. 2014. Necessary Conditions of Learning. London: Routledge.