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La teoría de la variación: una breve introducción para profes

  • Foto del escritor: Christian Moore Anderson
    Christian Moore Anderson
  • 27 abr
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: hace 2 días

La teoría de la variación del aprendizaje trata de cómo aprendemos y, por tanto, sobre cómo enseñar. No es una teoría sobre cómo se almacenan los recuerdos. Tampoco es una teoría sobre cómo se puede obstaculizar el aprendizaje, como la teoría de la carga cognitiva (que puede decir lo que hay que evitar hacer). Por último, no es sólo una actividad que se puede añadir a veces a una clase.


Es una teoría que explica cómo los alumnos deben experimentar los conceptos para ser conscientes de ellos. Nos ayuda a saber cómo presentar los conceptos a los alumnos para que puedan percibir lo que nosotros percibimos.


Fíjate cómo esto sitúa al alumno en el asiento del conductor del aprendizaje. Los alumnos no son receptores pasivos de información. El significado no puede transmitirse entre personas, sino que cada uno debe distinguir activamente las nuevas ideas por sí mismo.


Éste es el principio central:

Para ser consciente de un aspecto hay que experimentar la diferencia (cambio o variación) en ese aspecto. No basta con definir un aspecto para un alumno, sino que hay que provocarlo para que lo perciba a través de la observación de su variedad. Es en esta variedad donde surge el significado.


Piense en un colegio que sólo informa de que los alumnos «aprenden bien», comparado con otro que informa de que «aprenden bien», «aprenden muy bien» o «no aprenden suficientemente bien». Si dos padres de escuelas diferentes reciben un informe que dice «aprenden bien», ambos sabrán que uno tiene sentido y el otro no. En otras palabras, si algo nunca ha variado, ¿por qué prestarle atención?


Imaginemos un asentamiento muy aislado hace mil años. Quizá en medio de Siberia, y les han dicho que hablan ruso. Pero la gente nunca ha oído ninguna otra lengua. ¿Cuál es su concepto de lengua? Para ellos, lengua equivale a la palabra ruso y, por muchas veces que oigan ruso (similitud auditiva), no diferencian entre lengua y ruso.


Sin embargo, un día, algunos nómadas exploran nuevas zonas y se encuentran con la gente de habla rusa. Inmediatamente perciben que hablan una lengua diferente, y la idea de lengua toma una nueva forma y adquiere significado: «El ruso es un tipo de lengua». Para discernir la «lengua» como concepto y diferenciarla del ruso, era necesario que variara el aspecto, la idea, de lengua.


La teoría de la variación trata del aprendizaje que cambia la conciencia de una persona sobre aspectos del mundo; más que de almacenamiento, se trata de percepción. Sólo cuando se percibe una diferencia (cambio o variación) dentro de un concepto, éste adquiere significado, porque es en ese momento cuando la persona separa mentalmente un aspecto de todo lo demás. Ese aspecto existe entonces en el mundo de la persona y puede pensar con él.


En nuestras vidas, tenemos estas conversaciones todo el tiempo cuando preguntamos «¡espera! ¿Cuál es la diferencia entre X e Y?». Es obvio que alguien está hablando de algo de una manera que tú no acabas de entender. Ellos ven algo que tú no, y para ver como ellos, les pides que compartan la distinción que han hecho.


¿Y qué pasa con la similitud? La similitud es muy importante y nos ayuda a generalizar. Las personas del ejemplo anterior podrían llegar a ver similitudes entre hablar una lengua y otras cosas, como el lenguaje de signos (no oral) o el código informático. Esto añade más significado a la comprensión del «lengua» como concepto.


La clave para entender la teoría de la variación es que afirma que primero se percibe una diferencia para entender algo nuevo y se percibe una similitud para generalizar ese concepto a otros ejemplos. En ese orden. Diferencia antes que similitud.


El problema que ocurre en muchas clases es que un profesor intenta ayudar a los alumnos a aprender algo nuevo presentándoles muchos ejemplos de esa cosa. Es como presentar el concepto de baile elegante mostrando sólo ejemplos de baile elegante. Pero si no lo ves en los dos primeros ejemplos, ¿por qué lo vas a ver en los siguientes? En su lugar, habría que mostrar ejemplos en los cuales se percibe cono la elegancia varía.


Sin embargo, la teoría de la variación no impone que cada clase deba mostrar primero la diferencia seguida de ejemplos de similitud. Es una teoría del aprendizaje, no una teoría de una clase. Si estamos seguros de que nuestros alumnos ya conocen un concepto, podemos utilizar la analogía (similitud) como primer recurso. A veces, el objetivo de una clase es simplemente la generalización.


La idea de que las diferencias son las que marcan la diferencia es mucho más profunda que el desarrollo de la teoría de la variación. Sin embargo, el trabajo de Ference Marton en el desarrollo de la teoría de la variación (durante décadas) consistió en desarrollar la idea hasta convertirla en una teoría del aprendizaje eficaz en el aula.


En pocas palabras, Marton se dio cuenta de que si «discernir» («distinguir» o «distinguir aparte») era la clave para percibir la diferencia, lo lógico sería intentar que la diferencia fuera muy obvia para los alumnos.


Al percibir nuevas experiencias o nuevos ejemplos, hay mucho de lo que ser consciente. Cuando quiero que los alumnos vean la profunda diferencia entre un organismo vivo y uno muerto, podría mostrar ejemplos de ambos en fotos. Pero los distintos organismos, y los distintos entornos, representan tanto ruido que si pregunto a los alumnos cuál es la diferencia, señalarán todo tipo de diferencias.


Si quiero que perciban una diferencia concreta, debo hacer que todo lo demás sea igual, excepto el aspecto que quiero que perciban. Por ejemplo, puedo mostrar un vídeo de una célula, antes y después de su lisis (muerte). El entorno y la composición de la célula son los mismos. La única diferencia es la organización de las partes.


Por tanto, la clave está en mostrar ejemplos que varíen sólo en el aspecto que se quiere que los alumnos perciban, manteniendo todos los demás aspectos iguales (lo mejor que se pueda, por supuesto). Este aspecto importante se denomina «aspecto crítico». Y es algo que la teoría de la variación diferencia del contenido de una clase, como los hechos, el vocabulario y los detalles técnicos.


Esto es fácil si enseñas através de diagramas y diálogo.


Va de lo simple a lo complejo, igual que cuando enseñamos la selección natural la contrastamos con la teoría de Lamarck. Mantenemos el mismo organismo, sus rasgos y su entorno, pero variamos cómo se desarrolla cada teoría con las mismas condiciones de partida. Y, por supuesto, esta técnica reduce intrínsecamente la carga cognitiva.


En lugar de limitarse a «enseñarlo tal cual» y luego «definirlo» como si se pudiera transmitir el significado a los alumnos. La teoría de la variación nos invita a pensar siempre desde la perspectiva del alumno y de lo que éste puede percibir. A partir de aquí, debemos provocar a los alumnos con variaciones para ayudarles a percibir lo que nosotros percibimos.


Para un profesor tampoco es tan difícil. A menudo es simplemente preguntarse «¿y si cambio esta parte y dejo el resto igual, qué diferencia hay?». Esto es algo que exploro a fondo en Diagramas y Diálogo.


Lo que surge es un camino intermedio. Si queremos que los alumnos perciban lo que nosotros percibimos, no podemos limitarnos a dar lecciones. Hacer que los alumnos repitan las respuestas «correctas» no es garantía de que hayan percibido y dado sentido a nada. Tampoco podemos limitarnos a dar a los alumnos actividades para que construyan su propio significado porque no es seguro que perciban lo que nosotros queremos que perciban. En lugar de eso, debemos provocar a los alumnos con ejemplos variados y luego conversar para acordar un significado de la percepción.

References

Marton, F. 2014. Necessary Conditions of Learning. London: Routledge.

 
 

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